03 mayo, 2012

Mi vecino, Noe


Lo vi desde mi ventana esta mañana... un coche gris con un kayac rojo en el techo. Era un kayac muy rojo para un día tan gris. Se paso la mañana lloviendo, y aunque intente distraerme recogiendo los platos de la noche anterior, mi mirada se perdía detrás de la ventana. Demasiado rojo para pasar desapercibido. Para las 11 los charcos en el suelo ya eran patentes y empezaban a bajar llenos los canalones del desagüe, y una terrible sensación de que el dueño de ese coche sabia algo que yo no sabia me invadio. Demasiado kayac para pasar desapercibido. Demasiada agua para una mañana de abril. Por la calle corrían ya ríos de lluvia y la sospecha ya era casi una certeza en mi cabeza. Y si el dueño del coche sabia algo que yo no sabia, y si lo tenia todo listo, y si en vez de un arca le bastaba un kayac rojo para salvarse. Su proa altanera lo delataba, y yo no podia creer que alardease públicamente de su salvación tan insultantemente. Aparcado a la vista de todos. Rojo. Y sin espacio si quiera para llevar consigo unas cuantas species de animales. 

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