Esta tesis ha resultado ser invasora, y como buena invasora, su integración en el ecosistema de mi vida ha sido muy bueno, estableciendo interacciones (más o menos fuertes) con todas las especies que circundan mi comunidad. La red de interacciones se empezó a tejer en el CREAF, gracias a Montse Vilà, que a lo largo de estos años siempre ha sido mi referee más tenaz. La tesis enseguida invadió el despacho, llenándolo de artículos, bichos y preguntas y de repente también de risas y música, y lo convirtió en el despacho más molón del reino (you know, el despacho somos todos). Invadió el Cap de Creus, las playas, los montes y las horas al sol. Invadió media Alemania y se puso a escalar en Frankenjura. La tesis se fue extendiendo y se coló por los resquicios de las puertas del CREAF y hasta llegó a instalarse a tiempo parcial en el despacho de Jordi Bosch, pero la presión de propágulo era tan intensa que se naturalizó también en casa*. La tesis invadió conversaciones con estos y estos invadieron a su vez un poco la tesis. Se incorporó a cientos de conversaciones con Belén y finalmente hasta fue adoptada por mis padres y se metía en mi mochila cada vez que escalábamos por el Montsec. Y eso por no hablar de los miles de Kb que ha transferido por internet. Ni, por supuesto, de Lo Vuestro. La comunidad receptora seguro que ha sufrido sus impactos, pero las comunidades son muy resilientes y los caminos de la coevolución inescrutables, de manera que estoy contento de que estos cuatro años no sólo me hayan enriquecido a mí. La ciencia se construye entre todos. Todos los que alguna vez habéis hecho un experimento, todos los que habéis puesto en duda algo, todos los que os habéis preguntado acerca de esa cosa tan rara. Gracias a todos.
*Casa pa’s, cerdanyola, el niu o el newniu, y ahora más que nunca el NdA.
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