18 agosto, 2009

Rayuela

La mire precisamente por que no estaba posando. Sin embargo todo en ese momento parecia sacado de anuncio en tecnicolor. Arrebujada en el sillon, con el libro en una mano y la rodilla replegada en la otra mientras devoraba a la vez, el libro y un mechon de su cabello. Tan esteticamente estatico que casi se la podia oir mirar las paginas de libro. Y luego la magia de la simultanedad: bajar la rodilla, pasar hoja, despejar el pelo de la cara, subir la otra rodilla y luego, luego volver a devorar con esos ojos de osita. Supe que era el destino en cuanto atine a ver que estaba leiendo "Un tal lucas", de cortazar. A mi, me encanta cortazar, de hecho, en esos momentoos yo llevaba otro libro de cortazar encima, "Libro de Manuel", asi que todo era la mar de sencillo. Era el destino. Me sente a su lado todo lo espontaneamente que pude y saque el libro, dejandolo caer con premeditada despreocupacion sobre mis rodillas. Sabia que en cuanto ella lo viera comprenderia que estabamos hechos el uno para el otro. Y leeriamos juntos el resto de la vida. O al menos, unos cuantos dias.

Efectivamente mi teoria era correcta, solo que uno nunca cuenta con sus teorias sean ciertas. Seguramente, cuando segundos más tarde llego otra mujer y se sento a mi lado, deberia haberme olido algo. Activar mi sentido aracnido o algo asi. No se. Pero cuando saco de su bolso el mismisimo "libro de Manuel", con premeditada despreocupación, y lo dejo sobre sus rodillas, supe que toda mi legitimidad sobre una tal lucas, habia sido supeditada a una fuerza mayor. Y aunque la otra mujer no se mordiera el pelo, ni leiera con ojos de osita, ni se sentara con la rodilla entre su mano como si nada más en el mundo existiera, la otra mujer me saludo, y acabamos leyendo juntos, no el resto de la vida, pero al menos unos cuantos dias.

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