13 septiembre, 2015

El motor del mundo

Hay un momento en cada revolución en que todo parece posible. En que la gente saborea la victoria, en que se avanza a pasos de gigante, en que se hacen planes infinitos, en que se sabe que todo cambiará, que seremos mejores, más guapos y más libres. Hay momentos en que la gente te sonríe por la calle, los niños juegan por las aceras y hay besos por las noches. Y yo no puedo decírselo. Aunque sepa que es solo un momento, casi me contagio y salgo con ellos a gritar. Pero yo soy más viejo, yo sé que después de esto se gana o se pierde, y la realidad te coge por sorpresa. Hay cambios, seguro, pero al final no acabamos siendo mucho mejores, seguimos igual de feos y ponemos otra vez la tele por la noche. Yo ya no creo en la revolución. A mi me gusta más hacer la evolución, donde se construye para mejorar lo que ya tenemos. Pero a la evolución le falta la euforia que a esta revolución le sobra. La evolución es condenadamente lenta, tanto, que parece que no llegue, y nadie acaba trabajando de verdad para ella. Pero podría avanzar firme y segura, sin destruir más de lo necesario. Nadie cree en la evolución, pero pasa. Todos creen en la revolución, pero al final todo sigue igual. Oigo los pitidos en la calle desde mi balcón, y ya no hay marcha atrás, quizás esta sea la buena. Hay que dejar que la alegría triunfe hoy. Voy a bajar a celebrarlo ahora. Mañana ya seguiré trabajando para que triunfe la evolución silenciosa, para cuando esta revolución ya sea caduca.

1 comentario:

  1. Epilogo:

    Mi amigo Juan siempre habla tan bien que hasta parece que tenga razón, que estamos aquí perdiendo el tiempo y gastando más energías de las necesarias para llegar al mismo sitio, que él, llegaría evolucionando tranquilamente. Pero hoy en el café pensaba hacérselas comer con patatas, porque hoy, entré en una librería, y mientras paseaba distraído, encontré un libro de Stephen Jay Gould. Sí, un evolucionista. Sí, pero el que explica aquello del equilibrio puntuado. Y he entrado en el bar y le he dicho a Juan que esta revolución romperá el equilibrio. Y va y él me dice que lea a Dawkins. En fin.

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