23 abril, 2021

Sant Jordi 2021

Cuando me miró divertida y me dijo que éramos invencibles quise besarla. El amor te vuelve inmortal. O quizás sean las endorfinas, qué más da. Pero ella me dijo que no se refería a eso. Me dijo que había estado observando y se había dado cuenta de que no podíamos morir. Si caíamos del caballo, caíamos sobre unos arbustos mullidos, cuando atacaban los de Villarriba todas las flechas nos esquivaban, y si la peste negra asolaba las aldeas, jamás enfermábamos. No pude negar que teníamos suerte, pero de ahí a ser invencibles hay un trecho. Entonces me contó que había estado experimentando. Princesa siempre ha sido muy metódica. Me contó que puso la mano sobre el fuego y una racha de aire lo apagó. Tres veces. No pudo quemarse. Casi me convence de que somos los protagonistas de un cuento o algo así y que a pesar de tener las probabilidades en contra, somos invencibles. Me dio un poco de vértigo pensar que Dragón se dejaba ganar una y otra vez o que no era yo quien dirigía mi espada. Por eso acordamos hacer un trato. En el siguiente asalto, había de dejarme golpear por Dragón. Princesa estaba segura que Dragón fallaría en el último segundo y yo saldría indemne. Princesa está loca. Casi la creo, y por un segundo fallé una finta y me expuse un poco a propósito para ver qué hacía Dragón. El miedo invadió hasta el último músculo de mi cuerpo. Y no sé si tenía más miedo a que me golpeara o a que no lo hiciera. No lo hizo, pero para ser fieles a la realidad, la verdad es que justo en ese momento Dragón estaba distraído, pero vi claramente que si me despistaba otra vez, me mataría sin miramientos. Creo. El hecho es que yo no soy tan valiente como Princesa. Por eso desde entonces me sigo esforzando al máximo y lucho con todas mis fuerzas. Yo no vuelvo a arriesgarme para probar sus hipótesis. Porque no sé qué me daría más miedo, que tenga razón o que no la tenga. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario