22 abril, 2022

Sant Jordi 2022

Sant Jordi no siempre tomaba las mejores decisiones. Por eso a menudo pedia consejo. Es más, a veces incluso seguía el consejo que le daban. Y eso, ya indica mucha madurez para un treintañero sin casa propia que va matando dragones por ahi. El problema es que no siempre pedia consejo a las personas adecuadas. El rey era un tío sensato. Una persona leída, acostumbrado a pensar a largo plazo, y que, bueno, al fin y al cabo administraba un reino entero. Pues Sant Jordi jamas le pidió un solo consejo al rey. Y Juan, el hijo del herrero, alguien más cercano en edad e inquietudes, que dominaba la caza, las armas y ganador por tercer año consecutivo del concurso de retórica del pueblo. Ni caso. Jamas escucho una palabra de sus advertencias. Sin embargo no dudaba en confiar en Princesa, bien conocida por tomar terribles decisiones, como la de prestarse voluntaria para ser devorada por un dragon, intentar bajar de la torre de palacio con una cuerda hecha de sabanas gastadas o negarse a conocer príncipes galantes y apuestos con armaduras de oro bruñido. Sant Jordi confía en Princesa no por que esta no se equivoque nunca, sino porque esta dispuesto a equivocarse con ella. A hacer, si hacia falta, el camino equivocado juntos y sin mirar atrás. Princesa no siempre daba buenos consejos, pero los daba de corazón y por eso se había ganado el derecho a equivocarse de vez en cuando. Funcionaba por que estaban dispuestos a equivocarse juntos y sin reproches. No siempre tomaban las mejores decisiones, pero incluso las malas decisiones parecen buenas cuando son compartidas.

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